Uno de los principales impulsores de esta baja huella de carbono es la eficiencia en el proceso productivo. El uso de fertilizantes en la producción de azúcar por hectárea se realiza de manera efectiva, minimizando las emisiones de gases de efecto invernadero.
Además, la biomasa de caña se utiliza para generar energía eléctrica, lo que contribuye a reducir las emisiones. Este enfoque en la producción energética sostenible ha permitido evitar la emisión de 1,137,534 toneladas de CO2 equivalente.

La generación de electricidad a partir de la biomasa de caña o «bagazo» es un logro importante para el sector. Este recurso renovable no solo contribuye a la producción de energía sostenible, sino que también reduce la dependencia de fuentes de energía más contaminantes.

El presidente de Procaña, señala que estos resultados son una noticia positiva para el sector. La baja huella de carbono y el enfoque en la sostenibilidad ofrecen argumentos sólidos y técnicos para respaldar el cultivo de caña de azúcar. Esto es especialmente relevante en un mundo que busca convivir armoniosamente con el medio ambiente. Estos datos abren la puerta a nuevos mercados y financiamientos amigables con la sostenibilidad.

El estudio también aborda el consumo de agua en la producción de cultivos de caña. Aunque el sector azucarero ha enfrentado críticas en el pasado, el informe destaca que en la zafra de azúcar, el 89% del agua proviene de la lluvia, un 9% se suministra a través de riegos, y solo un 2% se utiliza para la carga química del cultivo. Estos números demuestran un uso eficiente del recurso hídrico en la producción de caña de azúcar.